viernes, 22 de febrero de 2008

Cody siempre pierde

“Busca a alguien que te quiera como eres. Que le de lo mismo que estés guapa o fea, gorda o flaca, triste o alegre. Busca a alguien que no te quiera por cómo estás, que pierda el culo por ti tal y como eres”.


Quien ha dicho esto es un genio, un maestro de esa asignatura llamada amor y que tantos hemos suspendido más de una vez, en esta universidad que es la vida, en la que solo obtienen diploma los aparentes triunfadores.
Pues la cita es de un auténtico perdedor, un fracasado al que le sobra más sentido común que sobrecitos de mostaza al dueño de Burger King.
El tipo es un reparador de motores de máquinas de aire acondicionado, divorciado y casado de segundas, con dos hijas, una de cada matrimonio. Tiene aspecto descuidado, siempre con barba de tres días, descamisado y legañoso. Pero el tío dio en la diana de los que más necesitaba oír su hija adolescente, que se ha quedado embarazada a los 16 años, y que, un poco desconcertada ante los avatares duros de la vida, pregunta pidiendo ayuda con aquella mirada valiente que solo tienen los que buscan la verdad, como David: “Papá, ¿es posible encontrar a alguien con el que estar toda la vida? ¿Que te quiera para siempre? ¿Cómo se consigue?”. Su padre dejó encima de la mesa los cables oxidados con los que se gana la vida, y contestó a su hija la cita anterior, por la que ha valido la pena dedicarle dos horas al cine, quitándoselas al sueño que tengo a estas alturas de semana. Pero ojo, el padre avisó antes: “Pues no es nada fácil, Juno, no es nada fácil”.

Su hija le da nombre a la sensación cinematográfica de la temporada, una película llena de verdades contadas sin cortapisas. Es una especie de “Hola, bienvenido a la vida real, con palabrotas y todo”. Y tiene narices que muchos hayamos necesitado una peli para saber de la vida real, para luego volver a vivir nuestra peli tras los créditos y las palomitas. A mi me pasaba, pero se cura.

Juno es una adolescente común, alegre, despierta, atrevida, un poco rockanrolera, con un par de ovarios bien puestos y una sensatez que ya me hubiese gustado a mi tener a su edad. Sí, se queda embarazada de un pringao en una noche absurda en la que, sencillamente, se aburrían. Pero resulta que luego el pringao es el que la quiere con la receta que su padre le dio, sin importarle su enorme barriga ni su estado, ni nada. “Todos miran mi tripa pero solo tu me miras a la cara”, le dice una llorosa Juno en medio del campo de futbol. Ahí, entre un grupo de jóvenes atletas y otro de cheerleaders minifalderas, el estúpido de su novio le planta un beso delante de todos, y Juno, sin despegarse de él ni darse la vuelta, le hace a la cámara una señora peineta. ¡Aaaahhh, qué escena! Es mi escena favorita. Es la peineta al mundo que no sabe amar, al mundo que se muere de miedo ante la persona más pequeña del planeta, al mundo del 90-60-90, de los Reality Show, del shopping, del pilates, del yoga y la liposucción, de los bolsillos llenos y los corazones vacíos, de las piernas bonitas y de las cabezas huecas, de los beatos de salón que piensan que orar es un ejercicio mental que se hace con la cabeza, en vez de con el corazón.
Juno se queda bien a gusto, por el beso –precioso- y por la peineta. Y esa peineta es por amor, que por algo es un gesto que se hace con un dedo llamado corazón y señalando hacia el cielo, de donde viene el Amor.

Me encontré sin quererlo en la misma película un bonito dibujo pintado con colores grises chillones: un padre fracasado que habla como Pitágoras; un novio atontao que la quiere con o sin barriga; una amiga que es un parte, un poco guarra y que la apoya en lo que ella quiera; y de fondo, como si nada, un chinita repelente sentada en la puerta de un abortorio que con un comentario absurdo salva una vida sin darse cuenta; unos padres que no pueden tener hijos y que quieren adoptar; y ese preciosidad de la naturaleza que se abre camino, dando guerra, desde el lugar de su creación hasta esta vida tan perra. Ese bicho, como le llama Juno, que ajeno a todo lo que ocurre, me recuerda cómo, no hace tanto tiempo, yo mismo era.

No hacía mucho tiempo que se lo había dicho yo a ella. “Qué ganas tengo de que quien me quiera, me quiera como soy”; y llega el padre de Juno, con esa cara llena de legañas y ojeras, y lo suelta, como si nada.
Luego me di cuenta de que el amor que él explica es en realidad el amor de un padre a una hija, que la quiere esté como esté, aunque esté embarazada de un imbécil. Y es así como con locura me ama Dios a mi, y a cualquiera. No le importa mi mal humor, ni el tuyo. No le importan mi tristeza, mis fracasos -tantos ya-, ni mis faenas. Pasa de lo tonto que soy, ni se le suben a la cabeza mis alegrías y mis triunfos. Haga lo que haga, apruebe o suspenda, es un Dios y un Padre que está loquito por mis huesitos, que me ve y se marea, que baila, canta, escribe y me cuenta que tiene un sueño para mi, para mi vida -sobre todo para la eterna-, y que todo eso nada más me cuesta que dejarme amar a su manera, aquella tan loca, irreverente, chocante y radical, que permitió morir a su Hijo escupido y torturado, desnudo, contando con un as en la manga para después de aquella humillación: su Resurrección, el triunfo, la victoria, el fin de la discusión.
Es así como define el fracasado padre de Juno a su hija -una especie de pequeña David- cómo se ama y a quien hay que buscar para ser amada.

Juno decide quedarse con el pringao con el que se ha acostado, y luego entrega a su único hijo a aquellos que no tienen ninguno, que le necesitan, como hizo Dios.

El Dios del que hablo y que me habla con una estruendosa sutileza, recibe en la Biblia varios nombres. Por ejemplo Elah, como se llama el valle de este blog, aparece nada menos que setenta veces. Tambien Elohim, Adonai, Yahve y Elohay.
Yo, aunque al principio me ha costado, desde un tiempo a esta parte le llamo Abbá, o mejor dicho, y no me da vergüenza, Papá, Padre mío, mi Papito.

Juno es una obra maestra, un canto a la vida, al amor. Pero un canto a la vida real y al amor de Dios, y ambos, como dijo el padre de Juno antes de todo, cuestan.

Quería añadir una postdata en este post sobre el autor del guión, un tipo que, según vi en los créditos, se llamaba Diablo ‘nosequé’, porque me parece chocante que un a historia tan de Dios la haya escrito un tío con ese nombre. Y en su historia, he encontrado en vez de una postadata, el título del Post. Es de coña.

El tal Diablo no es tipo, si no tipa: Se hace llamar Diablo Cody, y redactó su primer guión de Juno mientras trabajaba como telefonista de una linea caliente en Minneapolis. Podéis ver su CV en la web oficial de Juno.

Está claro que en la Batalla que libramos cada uno en nuestro particular Valle de Elah, el patas es el eterno perdedor. A partir de ahora le llamaré Cody.

2 comentarios:

EnYth dijo...

si llamas a Dios - Abba,debes estar llena del espiritu santo...porque solo los que estan llenos del espiritu de DiOS lo Pueden llamar ABBa .
ATTE.ANGELA, SOLO PASABA POR AQUI...ES JUSTO LA PELI QUE ANDABA BUSCANDO

EnYth dijo...

si llamas a Dios - Abba,debes estar llena del espiritu santo...porque solo los que estan llenos del espiritu de DiOS lo Pueden llamar ABBa .
ATTE.ANGELA, SOLO PASABA POR AQUI...ES JUSTO LA PELI QUE ANDABA BUSCANDO